El clima cambia
a un ritmo sin precedentes y no todos los animales se pueden adaptar a tiempo.
(Ni todas las plantas.) Las actividades humanas provocan el cambio climático,
pero los más perjudicados son los animales (a corto plazo; a largo plazo, la
humanidad se enfrenta a un problema que quizá no tenga solución).
Tanto
los animales terrestres como los marinos se ven afectados por el calentamiento
global. En general, el cambio en el clima les afecta en dos vertientes: su
distribución y la relación con sus hábitats naturales, y su comportamiento. Si
no se detiene el cambio climático, una cuarta parte de las especies del planeta
(entre animales terrestres, aves y plantas) podría extinguirse. La única
solución es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de una forma radical.
Lógicamente, habrá diferencias según las regiones. Hay otros factores que
afectan (y se suman al cambio climático) a la extinción de especies, como el
uso del suelo, la pérdida de hábitat o la contaminación, así como la propia
capacidad de adaptación de los animales. Por ejemplo, en los bosques húmedos de
Queensland (Australia), el riesgo de extinción está muy relacionado con el
cambio climático. En cambio, en un lugar muy distinto, como es la selva
brasileña, la destrucción del hábitat afecta más que el fenómeno climático. Por
último, en el sur de África, las especies originales se extinguirán debido al
cambio en el uso del suelo. Aunque hay que aclarar que son fenómenos
relacionados y todos contribuyen a la extinción.
Algunas
especies ya han desaparecido a causa del cambio climático, como el sapo dorado
(Bufo periglenes) o la rana arlequín (Atelopus varius) en Costa Rica. En
algunos casos, no desaparecería una especie, sino todo un ecosistema, como
ocurre con los arrecifes de coral, en peligro por el calentamiento global y la
acidificación de las aguas de los océanos.
El
calentamiento global afecta especialmente a los mares fríos y a las comunidades
polares. Por ello, algunas especies están en mayor peligro que otras. Los osos
polares en la bahía de Hudson, en Canadá, pierden peso porque el hielo se rompe
dos semanas antes, lo que significa que tienen dos semanas menos para cazar y
comer.
Otras
especies optan por cambiar de hábitat. Es lo que ocurre con algunas poblaciones
de peces que solían permanecer en Cornwall, en el suroeste de Gran Bretaña, y
que se han desplazado hasta el norte de las islas Shetland, al norte de las
islas británicas.
La
temperatura media de la Tierra aumenta y el hábitat óptimo para muchas especies
se desplaza más arriba en las montañas o más hacia los polos. Pero el planeta
es finito y las especies que huyen del cambio climático se quedarán sin
posibilidad de escape. Un precipicio. Un callejón sin salida.
Muy buen Blog, compañero!
ResponderEliminarGracias por la información detallada...